Después de llorar entendí que no era por amor… sino por un terremoto de sentimientos malos que atormentaban todo mi cuerpo. Al tomar conciencia de ellos quise desaparecerlos y aún más golpeaban mi pecho. Sólo se iba mi cuerpo, mi mente y hasta la gente que quiero por el agotamiento de luchar contra una idea necia que creí.
Decidí entonces dejar esos sentimientos permanecer. No me iban a matar. No impedirían que me levante. Sólo pedían tiempo para el proceso común de las cosas. Allí los dejé.
Dos mañanas después mi mente se ocupó de otras formas y el terremoto se detuvo sin más, aunque permanecía en mí una sensación de tristeza y soledad. Dí lugar nuevamente a las cosas sanas y buenas de la vida, a los proyectos del futuro y a mi persona que cada vez se revoca más.
Y ya no podía llorar, no había nada que llorar, ¿Qué fue real?, atrás había sólo un par de paredes rotas por algo que no fue y que no tardaré en reconstruir.
M. Belén Ferrer
15/04/2010
1 comentario:
Felicitaciones Bel, va quedando muy bien, un reflejo de la belleza de tu corazón.
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