Lamento que no quieras. Que no juegues conmigo y que te resignes. Lamento saber lo importante que es una persona para vos y que no te animes a arriesgar la seguridad por las ganas de vivir. No comprendo cómo has de preferir esquivar el dolor en lugar de superarlo.
Lamento que no sepas qué es amor. Que logra exhibir todas nuestra belleza pero también nuestras miserias. Porque el amor se prueba en estás últimas. Que amor es aceptación. Y que amar no significa posesión. Y que cuando es verdadero trasciende cualquier situación.
Lamento que tengas miedo... Miedo... Miedo a qué? A perder la seguridad o la "felicidad". Ese miedo jamás habría de existir si fueras consciente que la muerte te lleva de un segundo a otro, sin pedir permiso. Tampoco existiría si supieras que de lo único que te vas a arrepentir mañana es de no haber vivido.
Lamento que no puedas perdonar. Abrirte al conocimiento de entender que quizá un jarrón soldado con oro vale más que uno nuevo. Lamento que no puedas aprender y aprehender.
Lamento que no te entregues, que te retraigas, que dejes las cosas estar. Que no veas más allá. Que creas que cambiar es sinónimo de infelicidad.
Lamento que no te cuestiones, que no te preguntes, que no desees, que no creas. Lo lamento yo que estoy sin vos porque me enseñabas a sonreír y ser feliz. Pero también lo lamentarás vos por estar sin mi. Porque yo, te guste o no, te enseñaba a vivir.
M. Belén Ferrer
(algún tiempo atrás)
(algún tiempo atrás)
No hay comentarios:
Publicar un comentario