Micaela:
un final feliz... No?

Vivimos en una casita en las
afueras de la ciudad. Chiquita pero acogedora, para que necesitamos más...
Aunque no recibimos mucha visitas, estamos acompañados, escuchamos los grillos,
el croar de los sapos y vemos las luciérnagas. Dormimos todas las noches juntos
y no, no me es infiel. Lo sé bien.
Tuvimos
un hijo. Mi marido le lee para dormir... El todavía no entiende, pero le gusta
escuchar su voz. Se nota. Porque su respiración cambia, y sus ojitos se van
cerrando, de poco a poco va dejando de succionar el chupete. Debe sentir
como un abrazo sin brazos. Como una protección a ciegas de su padre. Yo
mientras lavo la vajilla, ordeno la cocina. Me gusta la luz tenue mientras
suena una música suave como Sinatra, jeites, clásica, piano, piaff, Berra, sabina…
Me gusta variar para no aburrirme. Luego nos Vamos a la cama. Juntos. El lee su
libro y yo el mio. Cada tanto nos leemos un párrafo en voz alta, para
compartirlo con el otro.
Que
si creo en esto del amor libre? Disculpen... Pero no es para mí. Llámenme
anticuada, irrealista... Pero para mí el amor es esto. Mirar a mi marido a los
ojos y verme a mí en su mirada. Y él en la mía. Y entendernos y aceptarnos. No
por la mirada de los demás, sino por deseo de nuestro propio ser.
Él
le enseña a mi hijo a ser feliz, a reír, a ser natural. Yo le enseño a elegir,
a ver más allá, a encontrar la esencia en cada cosa, a creer. Y sí. El amor es
esto... Estar juntos, pero no pegados. Estar separados pero amarrados. Ser
diferentes pero estar conectados. Ir para el mismo lado. Imposible? No...
Yo también me casé con mi ex.
M. Belén Ferrer
Febrero 2017
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