
Una vez más me lanzo
a escribir. De todas las maneras que hay, es la más clara para plasmar mis
pensamientos, para reflejar de alguna forma quien soy... Y poder recordar en
los momentos que me pierdo.
Pensé en un ancla. Y
desaté una serie de pensamientos relacionados a todas las cosas o personas que
hacen que alguien tire el ancla. Que decida estacionarse, pasar un tiempo o
hasta tomar decisiones que te dejan atado de por vida.
Que acto tan
insignificante que parece a veces, sin meditarlo demasiado, arrojamos el
ancla... Anclamos junto a una persona, un trabajo, un lugar...
Nuestros pies se
tornan demasiado enraizados al piso para caminar. Nos regocijamos en, la
comodidad. De golpe, todo parece tener sentido, e incluso aparece, quizá, ese
miedo al cambio o a lo inesperado. Las olas remueven la arena, el viento genera
alguna turbulencia, y el ancla se hunde más en la arena... Después de tanto
tiempo, se hace imposible levantar el ancla. Estamos predestinados a continuar
en esa condición que quizá elegimos, quizá no.
Pero yo como tantos
otros, creo que eh desarrollado un profundo interés por el cambio... Me atrae,
me seduce, me impacta lo desconocido, que más se puede ver, que más se puede
conocer. Es como si un impulso interior me empujara y me hace sonreír ante un
nuevo desafío...
Es por esto que
conseguí un ancla liviana... No llega a enterrarse y es fácil de recoger...
Porque creo que hay demasiado océano que recorrer..
M. Belén Ferrer
08/08/2014
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